En mi primer viaje al Valle de Río Negro hace 35 años, en una asamblea de productores frutícolas escuché a Edgardo exponiendo su pensamiento en defensa de la producción frutícola.
Durante treinta años recorrí el Valle de las peras y manzanas, reflejando en Informe la voz de los productores que lucharon por el modelo frutícola que Kristensen explicaba y fundamentaba con pasión.
La lucha de Edgardo se proyectó repetidas veces frente a todos los poderes de turno y su voz continuó siendo la expresión más clara de todos sus compañeros productores.
Y fui aprendiendo y conociendo la fruticultura del Valle con amigos y colegas de Río Negro y de todo el Valle que recorrí de Choele Choel hasta Neuquén.
Edgardo continuó la impronta de su padre Kristen Nielsen, que llegó de Dinamarca al Valle a los 23 años, trabajando de mediero en una chacra de la colonia Curri Lamuel (“tierras negras” en mapuche) donde fundó la Cooperativa Cipoleña y formó su familia.
Edgardo siguió sus pasos y participó en la formación de la Cooperativa Agricultores Unidos.
Instalado ya en su finca de Cipolleti desplegó una actividad intensa en la producción de peras y manzanas, y en defensa de los productores.
En los años de la dictadura padeció la persecución, que se ensañó con su hermano, que debió emigrar, sin doblegarse en su conducta ni en sus principios.
Pasada la barbarie continuó defendiendo su tierra y sus plantaciones; algunos años buenos, otros, muchos, malos. Y siempre del lado de las ideas progresistas y democráticas en medio de largas épocas marcadas por la corrupción, privada y estatal, y de la defección de otros, defendiendo siempre los intereses de los productores pequeños y medianos.
Una larga y entrañable relación de trabajo y amistad quedó grabada y reflejada en los contenidos de nuestro Informe Frutihortícola a lo largo de más de treinta años.
Hasta siempre, Edgardo. Abrazo a toda tu familia.
Carlos Ceballos
07/07/2022